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Si Dios bajara borracho a la Tierra y me escogiera a mi para elegir qué palabra eliminar de toda la historia del lenguaje humano, esa palabra sería "pero". Eso no es posible, puesto que Dios ni baja a la Tierra, ni bebe alcohol, ni existe, pero eso no va impedir que vomite aquí el enorme odio que tengo a esta conjunción adversativa. Mierda, la acabo de usar en esta última frase. Soy esclavo de mis desprecios, terrible.
Un "pero" es siempre señal de malas noticias. Nada bueno viene detrás, jamás, del mismo modo que no puedes esperar ninguna alegría después de un "Tenemos que hablar" de tu pareja o de que el árbitro pite el inicio de partido en el campo del Getafe. Aquí algunos ejemplos:
Eres simpático, pero te veo como un amigo.
Me ha gustado la cena, pero voy al lavabo a vomitar.
La tienes enorme, pero avísame cuando esté dentro.
Me encanta El Señor de los Anillos, pero no me he leído los libros.
Soy de izquierdas, pero voto al PSOE.
Me apasiona viajar, pero veraneo en Marina d'Or.
No fumo, pero de fiesta pido cigarros a todos mis putos amigos.
No soy racista, pero ALTO QUERIDO LECTOR, DETENGÁMONOS AQUÍ.
De entro todas las clases de cretinos que usan el "pero" para desvelar su verdadero yo, los que dicen "No soy racista, pero" son los peores. Es escuchar esas cuatro palabras y echarte directamente las manos a la cara porque lo que viene a partir de aquí es de traca. No te extrañe si a los treinta segundos de ese "pero" el imbécil que tienes delante te está justificando el genocidio de Leopoldo II en el Congo belga.
"Yo no soy racista, pero cada uno en su país" en su clásico. Cuando te encuentras con una persona con esos niveles de argumentación, tienes dos opciones: comprarle un cuaderno de "Pinta y Colorea" para que se entretenga o entrar al trapo y discutir. Esta segunda opción es jodida, porque esta clase de persona tiene la extraña habilidad de no darse cuenta de lo sumamente gilipollas que es; de hecho, su repugnante racismo camuflado es una forma de alimentar su ego de cromañón, puesto que eso le hace sentirse parte de una especie de raza elegida por encima del resto a pesar de en su caso particular tener problemas para andar y respirar a la vez sin cagarse encima.
Hay racistas que van de cara con su ignorancia, son fáciles de esquivar. El problema de los "No soy racista, pero" es que dan tanta rabia que muchas veces es imposible no intentar convencerles de que precisamente esa frase los convierte en más cretinos aún que los mencionados racistas que van de cara. En muchos casos te lo seguirán negando, "de verdad que no lo soy, tío, si hasta compro pelis en el top manta, pero me jode que vengan inmigrantes a robarnos los puestos de trabajo a los de aquí", y puede llegar a ser desesperante. Lo más fácil en estos casos es decirles "No soy mensajero de Correos, pero te mando a la mierda".
En fin, amigos. Huid, huid de los "pero" como un australiano borracho huye de los toros en San Fermines. No hay pero que valga.